Pelotas que suenan, árbitros que esquivan la pelota más de lo común, gafas, laterales que no existen, un extremo silencio en el público y hasta personas guías o “llamadores” detrás del arco son algunas de las características que sobresalen a la hora de ver un partido de fútbol sala para ciegos.
Muchas personas creen que el fútbol pasa sólo por los ojos, sin saber que a pesar de no tener el sentido de la vista hay jugadores que alimentan cada día la pasión por la redonda aún con algunas reglas diferentes del juego. Uno de los casos es el de los que integran la Selección argentina bicampeona del Mundo en Río de Janeiro 2002 y Buenos Aires 2006, más conocida como Los Murciélagos.
Una de las consideraciones que hay que tener en cuenta en este deporte de cinco jugadores en campo (cuatro no videntes y un arquero vidente) es que la pelota posee seis cápsulas sonoras entre la cámara y el cuero (suena como una especie de cascabel) para orientar a los profesionales, quienes juegan con gafas obligatoriamente pese a ser ciegos.
El silencio en el público es absoluto para no desconcentrar a los futbolistas, porque el audio es elemental a la hora de ir a buscar una pelota. En este deporte adaptado no quedan exentos los tacos, caños, toques y jugadas deslumbrantes al igual de los que estamos acostumbrados a ver en los partidos convencionales de Primera división. Si bien existe el juego colectivo, hay que destacar que es más factible terminar bien una jugada si es individual, ya que al realizar un pase se pierde mucho tiempo y el compañero debe encontrar el balón y reacomodarse en la jugada.
Los árbitros deben esquivar no sólo la pelota, sino también a los jugadores que a veces no tienen noción de donde se encuentran. Cada vez que van a marcar, los deportistas deben pronunciar la palabra internacional “voy” para dar a conocer su posición.
Es usual que los jugadores se desplacen con el cuerpo encorvado, y algunos hasta con las manos hacia delante por temor a un mal roce. También están quienes corren sin importarles nada, juegan cada pelota y ponen el cuerpo como si vieran.
La cancha donde la pelota nunca se va por los costados salvo en las líneas finales, está dividida “imaginariamente” en tres partes. En la parte defensiva orienta el arquero, único jugador en cancha que ve; en la parte del medio orienta el director técnico desde afuera y en la parte ofensiva, un guía o “llamador” que se encuentra detrás del arco contrario orientando a los jugadores, indicándoles cuantos rivales le quedan en defensa, si están solos frente al arco y cuando pueden rematar sin inconvenientes.
Dentro de esta disciplina, las discriminaciones no existen, las personas con capacidades diferentes pueden jugar al fútbol a base de su esfuerzo y alimentar día a día el amor al deporte en una cancha con medidas más chicas de las convencionales (40m. por 20m.), de cemento o mosaico y por la acústica deben ser al aire libre.
Por Rocío Duarte